Por Jonás Solano / @jonas_esm en IG y @jonas_solano en TW
Los blaugranas no la tenían fácil, obligados a ganar sí o sí al Valencia en Mestalla —donde no ganaban desde 2016— y después de ver como colchoneros y merengues ganaron sus respectivos partidos para dormir con la consciencia tranquila. Toda la presión de la liga pasaba a los de la ciudad condal.
Iniciaba el partido con la misma tónica de los anteriores, el Barça dominando y pasando el balón con fluidez para ponerse de cara al arco, pero nefasto a la hora de la ejecución. Así terminó la primera parte, sin goles, con la visita teniendo tres jugadas de gol con una mala resolución, y los locales generando peligro al contraataque.
La segunda inició con el mismo guion, pero los valencianos se adelantarían en un tiro de esquina con un gol de cabeza obrado por Paulista en el 50’ que, tras el partido con Granada, comenzaba a augurar un desenlace fatídico para los culés.
Para suerte de los catalanes, siete minutos después llegaría un penal por obra y gracia del espíritu santo encarnada en una mano clarísima de Toni Lato que condenaría a los suyos. Messi cobró de manera paupérrima y Cillessen sacó aprovechó de ello para detenerlo. Aun así, el rechace quedó para los azulgranas y tras una serie de rebotes, el mismo Messi enmendó su error marcando el gol.
A partir de aquí, el Barcelona recobró la fe y sumó dos goles más al marcador con Griezmann rematando un rebote en el 63’ y Messi dejando una nueva pieza de museo con un tiro libre pegado al palo en el 69’. Soler le agregaría más drama en el 83’ con un zarpazo desde fuera del área imposible para Ter Stegen, pero que no bastaría para igualar el marcador.
Finalizaba el partido y los azulgranas se llevaban una ardua victoria que les permite seguir esperanzados con remontar una liga cada vez más al rojo vivo y que la siguiente semana les pondrá de frente al Atlético de Madrid en un encuentro que puede decantar el campeonato.